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María Eugenia Trujillo – Artista plástica

 

Soy realizadora de objetos de arte, no soy escultora, no trabajo con grandes materiales. Yo más bien fabrico objetos e intervengo otros que me encuentro para transformarlos en obras de arte. Nací con la pasión de una artista, desde pequeña me recuerdo dibujando, pintando e incluso, interviniendo unas llantas de carro que había en mi casa, las pinte. También manejé una posición conceptual, fui inquieta y buscaba el sentido de las cosas. Además, me inclinaba por lo social, las filosofías y las humanidades. Era una muy buena combinación.

 

El arte para mí es una manera de expresar algo que uno piensa, que siente o que quiere decir. Aunque se exprese con muchos materiales y técnicas, el arte siempre va a responder las mismas preguntas: ¿Quién soy? ¿Para dónde voy? ¿Quién quiero ser? Todos los artistas tratan de responder sus propias preguntas personales, no importa que lo hagan desde diferentes herramientas como la pintura, la escultura o los visuales. El arte también se puede entender desde muchas facetas, está la estética de lo bello, de lo prodigioso, de lo terrible o de lo feo. 

 

Lo que yo quiero decir personalmente, es un tipo de arte que tenga sentido, que muestre lo que para mí es una realidad. Desde el arte puedo crear, transgredir y transformar una realidad desde mi punto de vista. Considero que el arte transgresor es un arte que se apoya desde la parte filosófica, social, humana y muestra lo que es una verdad.

Uno como artista traza una línea. Tengo la oportunidad de ser artista adulta, lo que quiere decir que se tiene el ensayo y el error. Estudié artes en una época muy reflexiva y nosotros -los artistas jóvenes del momento-, estábamos muy metidos en la idea de la revolución y de cambiar el mundo. Nuestro arte giraba en torno a eso. 

 

Estudié bellas artes en la Tadeo en los años 70 y acababa de ocurrir lo de mayo del 68, estábamos permeados por esa realidad. No pasé el examen para entrar a estudiar sociología y fue algo frustrante, pero me di cuenta de que a través de mi obra artística podría expresarme y dejar una marca más grande. Empecé con el dibujo. 

 

Siempre me interesó la parte de la mujer, saber cómo era ese ser femenino y cómo fue tratado en la historia. Como mujer no solo lo sentía, sino que también lo sufría. Entendí que las obras de arte no nacen de grandes temas o relatos, sino que parten de una realidad propia. No tenía que ir a buscar el gran tema, el estallido de alguna bomba o una guerra, sino la realidad de las mujeres y cómo yo misma vivía siendo mujer. A partir de ahí, todo mi arte comenzó a girar en torno a la mujer.

 

Vengo de una familia de empresarios de confección. Siempre estuve rodeada de la costura, de maniquíes. Para mí, el maniquí se convirtió en un alter ego de lo que era la mujer. Exalto la parte tridimensional y hago obras que muestran esa condición femenina. Una obra fundamental es prefiero que me besen a que me acuchillen.   

 


 

Luego de eso, empecé a utilizar otras técnicas. Me interesé por el bordado, al ser un oficio menor que se les otorgaba a las mujeres. Hace muchos años, las mujeres producían cosas de técnicas menores y no heredaban tierras ni bienes, sino que heredaban trapos. Me gustó trabajar el concepto y fui pasando a otros elementos que tienen que ver con la parte religiosa y la forma en que las religiones a nivel global, han influenciado la condición de interioridad de la mujer.

 

Hice una obra llamada Las vírgenes, la primera fue la virgen de Guadalupe, en la que el rostro era un gran ojo bordado y el corazón era una matriz o una vulva. En algún momento leí que el corazón de las mujeres eran una gran matriz o útero. Además, nunca me creí el cuento de que la virgen María había tenido a Jesús por obra y gracia del espíritu santo, sin mancharse ni nada, entonces empecé a hacer una serie de transgresiones en torno a las vírgenes. Más adelante quise usar otro material más transgresor, más fuerte y me encontré con las custodias.

 

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El arte es inmediato, no necesita de las instituciones. El arte no pide permiso, transgredir es no pedir permiso, es hacer las cosas. Cada cultura lo entiende y expresa de forma diferente. El arte está abierto a muchas interpretaciones, está ahí y las personas deciden si mirar o no.

 

Creo que en un país como Colombia deben existir esas formas de arte. Si uno quiere transgredir, uno lo hace desde su espacio íntimo y personal, rompiendo con ideas de la vida cotidiana, de la familia, por ejemplo. Pero si uno quiere lograr una transgresión mucho más fuerte, es necesario usar los medios. Si los artistas no lo hicieran primero y esperamos que las leyes funcionen, nos vamos a quedar así por mucho tiempo. 

 

Hay formas de transgredir que son necesarias, que llegan directamente a la gente. Pienso que se debe hacer, que todos deberían decir “esto está ocurriendo y hay que hacer algo”.